domingo, 22 de febrero de 2015

COMENSALISMO



COMENSALISMO

Al pensar en las interacciones entre especies de un mismo ecosistema, solemos centrarnos en la competencia y la depredación, sin lugar a dudas por su dramatismo y fuerte carga simbólica. El parasitismo, la simbiosis y el mutualismo también acaparan una parte importante de nuestro interés científico debido a los delicados equilibrios que se establecen entre las especies implicadas. En cambio, comensalismo atrae menos la atención, aunque constituye una estrategia fundamental para quienes la practican. De las dos especies que se asocian, el comensal saca un provecho, mientras que el huésped no, aunque tampoco se ve perjudicado. 

De todos es conocida la relevancia de los corales formadores de arrecifes a la hora de incrementar la complejidad estructural del ecosistema. Menos conocida es la importancia de las esponjas como refugio habitual de crustáceos, poliquetos, sipuncúlidos y otros invertebrados. Veamos algunos ejemplos:

- El Lipophrys trigloides se asienta en el interior de una esponja del género Icrinia. 

El pez Lipophrys trigloides se refugia 
en el interior de una esponja del género Icrinia.


-Anémonas y medusas ofrecen también refugio seguro a los que se atreven a ocultarse entre sus tentáculos sin provocar el disparo de las células urticantes. El pequeño góbido Gobius buchichi suele aparecer asociado a la ortiga de mar (Anemonia sulcata) mientras que las poslarvas de las diferentes especies de jureles (Trachurus spp. ) hacen lo propio con la medusa Cotylorhiza tuberculata. A diferencia de los peces payasos del Indopacífico, que sobreviven solo en las cercanías de una anémona, las especies anteriormente citadas no las necesitan. En realidad, Gobius guchichi puede cobijarse bajo cualquier piedra y las poslarvas de jurel se asocian a cualquier objeto flotante, vivo o inanimado. Sin embargo, cuando existen cnidarios disponibles, no dudan en aprovecharlos. Sería interesante determinar si la relación mejora en realidad su supervivencia. 


Las poslarvas de diferentes especies de jureles (Trachurus spp.) 
viven en la proximidad de la medusa Cotylorhiza tuberculata.


 El góbido Gobius buchichi aparece asociado
 a la ortiga de mar (Anemonia sulcata).


Otro caso interesante de comensalismo entre las especies marinas lo ofrecen la morena (Muraena helena) y un pequeño camarón Lysmata seticaudata. Como si se tratara de los pluviales limpiadores de cocodrilos descritos por Herodoto hace más de dos mil años, los camarones se aproximan a las morenas y buscan entre sus dientes partículas de alimento. Ignoramos la relevancia de esta limpieza bucal para las morenas, pero muy hambrientos deben hallarse los camarones para aventurarse a buscar alimento en semejante lugar. 

El pequeño camarón de la especie Lysmata seticaudata se nutre 
de los restros que halla entre los dientes de la morena
(Murae helena)


viernes, 13 de febrero de 2015

AGUA

La Tierra no es el único lugar del sistema solar que tiene agua. Los satélites de otros planetas pueden ser aún más húmedos. Los géiseres de vapor de Encélado, una luna de Saturno, sugieren que cerca de la superficie existe una fuente líquida que podría contener más del doble de agua que nuestro planeta.


El agua existe en la tierra porque nuestra atmósfera evita que el líquido se disperse flotando o se desintegre por efecto de la radiación solar. En otros lugares, como en los polos y en las latitudes medias de Marte, se encuentra principalmente en forma de hielo. Pero en algunas partes, como en Titán, una luna de Saturno donde los depósitos líquidos podrían ser 15 veces mayores que los mares terrestres, es posible que el amoniaco y otras sustancias químicas hagan descender el punto de congelación y mantengan océanos salados.


Foto: Demez Lucain



¿Podemos aprovechar algo de toda esa agua?
Según los científicos, algún día los viajeros del espacio podrían beber hielo fundido de la Luna o convertirlo en oxígeno o en combustible para viajar a Marte. Hasta entonces, cuanto más sepamos acerca del cómo y dónde se conserva el agua, mejor entenderemos el recurso más preciado de la Tierra.


Fuentes: M.A'Hearn, universidad de Meriland.